Hola a todos
Este es mi cuento con un final diferente de los hermanos Grimm, a la manera de Miguel Unamuno (y os aseguro, que tiene un punto de vista del autor un poco diferente). Espero que os guste y comentarme, gracias a todos.
-Realmente yo como un adolescente “promedio” o
“¡¡al menos normal!!” no pensaba caer tan bajo como lo he hecho esta misma
tarde, y vuelvo a preguntarme… ¿¡Dónde demonios se fueron todas mis neuronas (o
lo que queda de ellas) en ese preciso momento!?
Y de repente, se escucha un leve clic que
resuena silenciando todo a su paso incluso el tiempo, y mientras esto sucedía,
sigilosamente se desliza una figura extrañamente familiar hasta poder mirarnos
fijamente.
-Buenooo… Antes de
empezar a hablar seriamente, tengo una buenísima razón para estar así en este
recuerdo. Sí, como os lo digo y no es una broma como antes yo mismo pensaba. Mi
nombre es Matheo, pero me denomino Mathe, tengo los 16 años recién cumplidos y
estoy enganchado a múltiples juegos online como Skyrin y un poco al cubo de
rubik. Entonces pasando a lo serio de la situación, estoy “literalmente”
absorbido por un libro infantil y aunque suene ridículo, tengo que sobrevivir
para poder salir de aquí. Eso enfadaría a cualquiera… Y dejando el recuerdo otra
vez en “play” os cuento…
Todo empezó una noche atrás, yo estaba pasando
vagamente los canales sin el mando a distancia, pues me daba pereza buscarlo
entre toda mi ropa. Mientras los cambiaba empecé a quedarme dormido y en una de
esas vi un canal de tele-tienda muy interesante, no se venden normalmente los
artículos de museos abandonados o escrituras originales… y la que estaban casi
regalando era el escrito original de uno de mis cuentos favoritos de la
infancia, Las 7 cabritas y el lobo. En ese momento, yo estaba en un estado
zombie casi total y sin darme cuenta a la mañana siguiente llego un paquete a
la puerta de mi pequeño piso.
Estaba sorprendido como otras tantas veces que
hacía el cafre la anterior noche, pero esta sorpresita obtuvo el oro en las olimpiadas
de mis idioteces.
-En fin, si la vida
te da limones, los coges y te haces limonada, supongo. (Todavía observando
incrédulo ese pedazo de paquete que aplastaba mí pobre entrada).
Claro que después de despertarme completamente
de esto, casi toda la mañana la dediqué a contestar "whatshapp" y a criticar las
fotos que tenía en Instagram. Y al fin, desenvolví el libro de su enorme paquete bruscamente, no sin antes sufrir un poco al intentar entrarlo al salón.
A simple vista no me parecía gran cosa, hojas
sueltas, descoloradas, alguna polilla dándose un festín… sin embargo la
curiosidad me incitó a leer una página. No estaba tan mal, era entretenida,
tenía más cosas que el cuento que a todo el mundo nos hacen leer. Y se veía,
que el autor sentía algo raro, ya que sus puntazos con la pluma eran muy
rígidos y casi escritos con Parkinson (sin ofender, pero no me quiero imaginar en que situación
estaba el autor, solo pensarlo me daban escalofríos).
Luego, cuando decidí dejar de bostezar e irme
a mi cama muerto de sueño, pues había pasado toda la tarde leyéndolo. Me
levanté y me aleje unos pocos metros del libro cuando este empezó a sacudirse
como si hubiera algo vivo en su interior. Así que, aguantando las ganas de
salir corriendo de mi pequeño piso, de apenas un triste baño y un salón cocina,
el cual yo dormía en el sofá. Cogí lo más cercano que tenía para atizar a lo
que sacudía el libro y con mucho valor para no desmayarme en el acto, me
acerqué poco a poco hasta estar donde antes. Lo abrí, y todo era muy normal,
solo fue mi imaginación, eso supuse aliviado.
Excepto que de repente, una zarpa negra
apareció de la nada y me agarró de mi camiseta hacía el interior del libro, y
en ese mismo instante mis pocas fibras de valor se suicidaron igual que mi
estado de conciencia.
Todo estaba negro, dudaba de si estaba muerto
o me había dado contra el suelo al desmayarme, pero eso no era uno de mis
mayores problemas. Tarde un poco en darme cuenta de que estaba en otra
habitación diferente que mi piso, no había puertas, pero se sentía una brisa
constante a mí alrededor. Y entonces una voz que apenas entendía empezó a
hablarme:
-Hola otra vez mi viejo amigo, ya te había avisado mil veces sobre qué pasaría si no me escuchabas.
Pues ahora, ¿ya no disfrutas de haber sido tan necio conmigo? Hmmmm...
-¿Eh,
quién eres? ¿y por qué estoy aquí, ni si
quiera te conozco?
-Ja ja ja, cuándo
dejarás de ser tan sarcástico conmigo, ahora escucha bien lo que te voy a decir…
-Y por qué, no te
he hecho nada. Además no soy esa persona de la que hablas.
-Ya me estás
hartando, ¡VALE! ME ESCUCHAS SÍ O NO.
-…
-Bien, te lo
volveré a repetir. Como no me escuchabas "autor", ahora serás tú el que tome mi lugar
en la historia, así sufrirás lo que yo te he suplicado por todos los medios
posibles durante años. Y yo disfrutaré de tu vida para vengarme finalmente de ti. Claro, si
llegas entero y puedes contactarme, volverás a tu vida normal. Así que nos
veremos pronto…
-¡Ey!,
no te vayas, no sé quién eres…
-Ya lo sabrás
cuando despiertes, adiós viejo autor...
No tengo idea de cuánto tiempo pasó desde que
estaba inconsciente. Pues al abrir los ojos, no me encontré ni mucho menos en
mi piso, de hecho un glorioso cielo de esos de revista, me dejó ciego hasta el
punto en que volví a caerme, pero el suelo era más blando, como si fuera
hierba fresca. Todo era bastante confuso, intenté caminar un poco para calmarme pero
no paraba de caerme, y por casualidad, grande fue mi sorpresa al ver que cerca
de ese lugar había un pequeño pueblo salido de la nada. (Literalmente, no había
visto un lugar tan tranquilo, además parecía que no quería dejar la Edad Media)
Algunos días después, agotado llegué al pueblo
y lo primero que hice fue entrar a una panadería, pues me moría de hambre y tal
vez el panadero me diría donde me encontraba. Al entrar, me recordaba a las
panaderías que iba cuando era niño, tenía una reluciente vitrina y a sus lados
panes para elegir de cualquier tipo cubriendo las paredes, y enfrente de mí un
gran mostrador que tuve con dificultad que apoyarme de lo alto que era. Y
también encontré un gran espejo plegable un poco sucio, no sabía la razón de su
estancia allí, pero no me importó.
-Buenas ¿me podría
dar algo de comer? Sabe usted dónde me encuentro.
-Enseguida, ¿qué
va… a… pedir…?
El panadero se me quedo mirando un rato como
si fuera un fantasma, y esto se estaba volviendo un tanto incómodo. Así que
volví a preguntarle, pero se puso más pálido que antes, hasta que por fin
reaccionó pero de una manera un tanto desagradable.
Entonces el panadero empezó a gritarme, y como
si nada empezó a sacar sacos de harina que comenzó a lanzármelos como balas.
Estos eran muy duros y varios se rompieron sobre mí. Uno de los sacos me reveló
el porqué del estado del panadero asustadizo, pues cerca había un espejo que el
saco giro por accidente, y pude ver que había un gran lobo marrón de piel
aterciopelada y brillante manchado de harina enfrente de mí.
Estaba temblando, ese gran lobo parecía a
punto de matarme con sus ojos de color ámbar. Y sin pensarlo salí corriendo
hacía alguna casa en la cual yo estuviese a salvo de ese lobo. No tuve suerte,
nadie me abría la puerta y desesperado me dirigí a una casa a la cual no había
llamado. Fui corriendo más rápido de lo que había corrido en toda mi vida,
llegué a la puerta y pregunté por ayuda, y mil voces chillonas me respondieron
familiarmente “no te abriremos, sabemos quién eres, no nos engañarás otra vez,
tonto lobo”.
Estaba de piedra, no podía creer que fuera
verdad, pero el lobo había cambiado mi lugar en mi mundo, por este estúpido
cuento. Entonces me puse a pensar, qué pasaría conmigo después y me quede en
blanco cuando supe la respuesta ¡Iba a morir!
Así que fui a buscar a la única persona que me
podría ayudar irónicamente, tenía que encontrar a la madre de las cabritas, ya
que si le contaba lo sucedido ella podría ayudarme.
Del medio día a la noche duró mi búsqueda,
pero no di con ella y tirando la toalla me fui a un pozo cercano, a darme un
descanso, este día no había podido ser peor.
Cuando me levanté, lo primero que vi fue a la
madre de las cabritas con unas tijeras a punto de abrirme en canal. Estaba
emocionado y a la vez horrorizado, la había encontrado, pero por mi propia vida
ataqué a la madre de las cabritas quitándole sus tijeras antes de que ella me
pudiese convertir en una bonita alfombra para su salón.
Ella se sorprendió bastante, y después de
tranquilizarla le conté todo lo que había pasado y le pedí ayuda. Con lo cual,
ella asintió y me llevo a su hogar. Al entrar en la casa varios objetos
voladores chocaron contra mi cara, y luego la madre de las cabritas sacó un
extraño cuerno de no sé dónde y empezó a tocar una extraña melodía (sí, como haces con la ocarina para ir de un lado a otro, en el juego de Zelda).
En un instante había vuelto a la misma
habitación con la que hablé con el lobo, pero me encontré con otro adolescente
mucho más solitario y apuesto que yo, e inmediatamente le reclamé que me
devolviera mi vida anterior. Él me respondió con una sonrisa triste pero feliz, y después
de un rato me dijo que si se había equivocado de persona, ya que paseó en mi
mundo mientras no estaba y descubrió que su antiguo autor y su hermano
fallecieron hace mucho tiempo, y que era inútil cambiar la historia. Pero, no
obstante lo hice sin darme cuenta al intentar contactar con él, y cambie la
historia haciendo que él no muriese y que tuviera una segunda oportunidad.
Por supuesto volví a mi mundo, aunque con una
nueva mentalidad sobre los personajes de cuento o novela. Pero eso sí, también
me lleve conmigo un enorme desagrado a la harina y a las cabras.
Fin
Título: El lobo y la siete cabritillas
Autores: Los Hermanos Grimm (Alemania, 1812 - 1822)
Resumen:
Una vez una vieja cabra con sus 7 cabritas fue
al bosque para buscar comida, pero antes de marcharse las avisó de que el lobo
vendría a comérselas. Más tarde, el lobo intentó engañarlas, pero esto resultó en
vano, hasta la tercera vez que lo volvió a intentar y lo consiguió con éxito.
Cuando llegó la vieja cabra a su hogar, la más pequeña de sus hijas le contó lo
sucedido y rápidamente fueron a buscar al lobo. Después de encontrarlo dormido,
la vieja cabra sacó a sus hijas de la tripa de la bestia, sin antes cambiarlas
por piedras. Y cuando se despertó el Lobo, se ahogó al caerse a un pozo
cercano, pues tenía sed. Finalmente, la familia de cabras celebró su muerte.